Opinión/Wilmar Jaramillo Velásquez
La dirigencia de Turbo nunca le perdona a Apartadó su pujante desarrollo y se enfurece cuando en algunos escenarios con razón o sin razón se refieren a dicho municipio como la capital de Urabá.
Entre celos, envidias, odios, regionalismos baratos, pero siempre alejados de la hermandad y la integración regional, Turbo sueña con todo su derecho a encabezar el liderazgo regional, pero las cosas no le salen bien, una de sus iniciativas más apremiantes era la creación del Distrito Portuario Logístico, Industrial, Turístico y Comercial, un nombre que de paso ni ellos mismos identifican o pronuncian.
Hoy muchos años después de la creación en el papel de este sueño, nada que lo implementan, la respuesta es que no hay plata para tanta burocracia que hay que crear; con frases como: “Turbo para los Turbeños” que soterradamente han acuñado, lo único que han logrado es impulsar a Apartadó, un municipio de grandes oportunidades y de puertas abiertas para propios y extraños, las colonias de otros departamentos han contribuido de manera amplia al desarrollo de todo Urabá.
Ahora, cuando dos líderes de bajo perfil y de poca aceptación en el llamado eje bananero, el gobernador Andrés Julián Rendón y su alfil Eugenio Prieto comenzaron a vender la idea de un Área Metropolitana en Urabá, los primeros en rechazarla fueron los Turbeños, obnubilados con su puerto y sus arandelas de desarrollo, con las cuales le pasarían cuenta de cobro a su viejo rival Apartadó.
Por su parte en Chigorodó, han comenzado a hablar de una integración como provincia con el occidente de Antioquia, una figura de integración más expedita lista para poner en marcha sin tanta alharaca.
Estando en estas discusiones saltó a la palestra la vieja idea de Currulao municipio, con padrinos, con buen ambiente político, situación que deja a Turbo contra las cuerdas, en una posición muy desventajosa. De cristalizarse esta propuesta, este municipio y sus planes se volverían añicos, sin puerto, sin Área Metropolitana, sin integración alguna con la región, condenado a recoger su siembra, quedaría convertido en un barrio alegre sin mayores connotaciones en el ámbito regional, el poder político y económico se concentraría en el nuevo municipio y no estamos hablando de una utopía sino de un proceso en marcha, al cual no le han dado la enorme trascendencia que tiene.
Lamentablemente los dos padrinos del Área Metropolitana de Urabá, especialmente Rendón, su soberbia y confrontación permanente con el gobierno central, un gobierno que ganó sobrado las elecciones en esta zona, no le permite mucha conexión, ni con su gente, ni con la clase dirigente distinta a la de su partido y eso sumado a otros intereses hacen que la idea haya nacido muerta.
Y cuando hablamos de otros intereses nos referimos a los carteles de la contratación montados por los mismos alcaldes para contratar yo con yo y saltarse impuestos y la ley 80, los poderosos padrinos políticos y los multimillonarios negocios que se ocultan detrás de Corpourabà, además de la costosa burocracia que encierra dicho ente, la cual correrá de los bolsillos de contribuyentes de municipios poco boyantes financieramente hablando.
Urabá aún está alejada de procesos serios, reales y francos de integración, primero tenemos que construir cultura política, entender que somos una región poderosa, rica, biodiversa en la que hoy por fin el mundo tiene los ojos puestos.
Tenemos que generar nuevos liderazgos, involucrar a la juventud en todos estos procesos, alejados de odios y sectarismos torpes que lo único que han hecho es dividir los pueblos para fortalecer negocios personales y de grupos.
Podrán derramar mucha tinta, hacer muchos foros y replicar discursos integracionistas, pero el Área Metropolitana de Urabá nació muerta, la mataron sus promotores, la mató el odio, el sectarismo y los intereses económicos de unos pocos.
Primero tenemos que madurar políticamente y luego avanzar, en regiones y provincias, entre otras figuras que la Constitución y la división política de Colombia permite para acelerar el desarrollo y la armonía entre los pueblos.