El maestro Rubén Crespo ancló en esta localidad y de inmediato ha tomado sus pinceles, gran honor para este municipio albergar a tan insigne personaje de las artes plásticas.
Se había instalado en la señorial ciudad de Santa Fe de Antioquia donde goza de gran aprecio, tanto su obra como su figura de artista plástico, incluso allí acaba de destapar los vinos en celebración de sus siete décadas de existencia, sin embargo, quebrantos de salud lo obligaron a salir en busca de un clima más benigno. El calor lo estaba afectando.
Fue así como buscó refugio en la acogedora Carmen de Viboral, pueblo con un largo historial artístico y cultural. Allí desempacó su taller, caballetes lienzos, pinturas y pinceles, obras comenzadas y otras terminadas, los elementos que hacen parte del equipaje de un artista y sin mucho preámbulo comenzó a crear, a pintar, hacer lo que sabe y lo que ha hecho con gusto durante años.
Ojalá que los responsables de los procesos culturales en esta población en cabeza del señor alcalde Hugo Jiménez Cuervo, sus escuderos en estas lides, Julián David Trujillo Moreno desde el Instituto de Cultura y Jhonatan Castañeda Ossa, desde la Escuela de Artes, sepan, conozcan la magnitud del nuevo morador del pueblo, que aprovechen al máximo su estadía, que lo vinculen en procesos con las escuelas de arte donde pueda transmitir su conocimiento a nuevos semilleros.
Que los habitantes del Carmen de Viboral tan ligado a las artes desde sus tradicionales talleres de producción con barro blanco y rojo, sus famosas vajillas, arte puro en las manualidades, brinden el calor humano, pero sobre todo el respeto al maestro y a su obra. No todos los pueblos del mundo se pueden dar el lujo de tener un habitante de esta talla.
Desde luego que el maestro no está pidiendo nada, nunca lo ha hecho, él vive de su trabajo, del arte desde una visión social y antropológica, ese es su proyecto de vida y el disfruta creando.
Colombia ha estado en deuda con el maestro Rubén Crespo, él ha manejado un bajo perfil, nunca ha hecho parte de grupos o elites de artistas incrustados en “sindicatos” inflados por la prensa, la crítica y otras artimañas, su obra se defiende sola, no ha necesitado de “abogados del Diablo”, para surgir, su trabajo es libre y viaja con el tiempo, se abre camino.
Me han informado que en la actualidad el nuevo gobierno del Carmen de Viboral realiza unas reparaciones en la Casa de la Cultura Sixto Arango Gallo, donde además funciona el Instituto de Cultura, hay grietas y humedades que afectan no solamente la vieja casona donde en alguna época funcionó el Colegio Privado Santa Teresa regentado por las hermanas Franciscanas, sino que amenaza con arruinar las obras allí alojadas en las diferentes salas.
La buena noticia que me ha llegado, es que una vez concluidas dichas reparaciones, se reabrirán al público estas instalaciones con una exposición del maestro Rubén Crespo, todo previsto para los primeros meses del 2025, quizá en febrero y eso ya es un buen comienzo.
Allí opera un taller equipado para la producción de cerámica, un icono del pueblo y una galería permanente dispuesta para exposiciones de corte regional y nacional, entre muchos espacios para las diferentes manifestaciones culturales en las cuales no podía faltar el Museo de la Cerámica.
Han comenzado bien en el Carmen de Viboral con el artista, pueda ser que su estadía allí se prolongue por mucho tiempo para que pueda dejar honda huella entre sus habitantes.
Muy seguramente por allá al mediar el 2025 les pidamos prestado al maestro para traerlo a Urabá también con una exposición, ya algunas personalidades de la zona adelantan los pasos preliminares para hacer realidad esta iniciativa.
Sería un gran honor para esta región poder apreciar un trabajo dedicado a diversas actividades relacionadas con la industria bananera, sin faltar el homenaje permanente que el artista hace a la cultura afro.
El maestro no es ajeno a Urabá, hace varios años expuso por estas tierras y su deseo es volver con su trabajo, así que buen viento y buena mar, tanto por el Carmen de Viboral donde comienzan a abrirle generosamente las puertas, como su retorno a la tierra del sol y del banano.