El contrato con Promedán Lo tumba un tinterillo

Wilmar Jaramillo Velásquez

El viacrucis del hospital de Apartadó es de nunca acabar, ha sido el botín de políticos de todas las pelambres y rapiña entre lo público y lo privado.

Opinión/Wilmar Jaramillo Velásquez.

El hospital de Apartadó nació por iniciativa del sector bananero y otros empresarios ante la necesidad de atender a sus trabajadores y pobladores en el incipiente municipio. También hubo algo de filantropía no lo podemos negar, donación de terrenos y algunas dotaciones.

Inicialmente sería una Fundación que terminó liquidada para dar paso a una Empresa Social del Estado (ESE), en una operación adelantada por la Asamblea de Antioquia y el Gobierno Departamental.

Se trató de una ESE del orden municipal, distinta las que crearon por esos mismos tiempos en Caucasia, Puerto Berrio, Ciudad Bolívar o La María en Medellín, del orden departamental con acceso a muchos más recursos.

Posteriormente vendría una de las tantas reestructuraciones, cerraron el Hospital del primer nivel, Edgar Mauricio Plazas Niño y llegaría una clínica de origen privado hoy propiedad total de Comfama, para aprovechar los beneficios de la zona Franca. (Lo que no hicieron los públicos)

Así, entre idas y venidas el hospital comenzó un camino hacia la tercerización, entre la IPS Universitaria y la IPS Promedán, modelo que se mantiene al día de hoy, con el retiro de la IPS Universitaria y el hospital en manos directas de Promedán.

Mientras los privados hicieron su agosto con la Zona Franca, al hospital de Apartadó no le llegan sino los consabidos problemas, aquellos casos a los que el privado les hace el quite y así se va aumentando el déficit, sumado al desgreño administrativo.

Los últimos dos gobiernos de Apartadó entregaron el manejo del hospital a Promedán y lo anunciaron con bombos y platillos como la salvación del sistema, la panacea que nos brindaría salud oportuna, con humanismo y calidad.

Por las denuncias públicas de los actuales funcionarios responsables de la salud en este municipio, se conoce que Promedán no salió con nada, que todo fue humo, que ni siquiera pagan el arriendo, que hasta los han tenido que embargar para presionar el pago de cartera.

No le pagan al municipio el 5% de lo recaudado como quedó pactado en el contrato, también los acusan de bajar la calidad del servicio frente a lo cual existen muchas quejas, además de no estar ofertando todos servicios prometidos.

La nueva administración de este municipio se ha empeñado en arrebatarle el contrato a Promedán para lo cual están dadas totas las causales legales, no se requiere ser abogado para entender que la liquidación de ese contrato leonino es ya, que el proceso lo lleva un tinterillo, no hay que hacer estudios prolongados ni muchas maromas jurídicas para alegar el incumplimiento del mismo.

Un oficio a la aseguradora y al tribunal de arbitramiento; con ese diagnóstico que tiene hoy la Secretaría de Salud de Apartadó, plata es la que va a quedar debiendo Promedán.

Sería una aberración desde el punto que se mire construir un hospital de 170 mil millones de pesos con dineros de los contribuyentes para entregárselo a un privado, que ni siquiera paga el arriendo de hoy y se ha ido colgando con una serie de obligaciones.

El interés del actual gobierno es convertir el hospital en un bien público del municipio y alejar el fantasma de la privatización.

No sobra decir que únicamente a un alcalde mal intencionado y con otros propósitos muy alejados de brindarle salud a su pueblo, se le ocurre firmar otro sí por dos años más a un contrato, al que aún le faltaban dos años, pero sobre todos con los incumplimientos ya probados.

El hecho real es que esta institución en los experimentos hechos, tanto públicos como privados, lo único que el usuario ha percibido, es un deterioro paulatino en la calidad del servicio, así como de las mismas instalaciones físicas. Mientras la salud siga siendo un negocio, ese será el común denominador.

Carepa Antioquia-Septiembre/18/2024